16-02-2024
Noticias y actualizaciones
17-11-2022
Consecuencias derivadas de nuestro estilo actual de vida.
Podemos definir cambio climático a la variación global del clima de la Tierra. Esta variación se debe a causas naturales y a la acción del hombre y se produce sobre todos los parámetros climáticos: temperatura, precipitaciones, nubosidad y otras inclemencias climáticas.
En la actualidad existe un consenso científico, casi generalizado, en torno a la idea de que nuestro modo de producción y consumo energético, está generando una alteración climática global.
Los efectos visibles del cambio climático se han intensificado durante los últimos ocho años, provocando fenómenos extremos que causan graves daños. Podemos observar, sin tener que ser expertos, como la temperatura mundial va aumentando año tras año.
En Europa ha aumentado la temperatura más del doble de la media mundial en los últimos 30 años, según un nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM)w
Según un análisis de la organización meteorológica, la temperatura media en el mundo este año superará en 1,15 grados centígrados a la media térmica del periodo preindustrial comprendido entre 1850 y 1900, y la media de los últimos diez años superará en 1,14ºC, el valor de referencia de la etapa preindustrial.
Este cambio drástico en la temperatura, conlleva una serie de daños tales como un aumento generalizado en la magnitud e intensidad de las sequías, atribuido sobre todo al cambio de patrón de las lluvias estacionales, que tiene como consecuencia un aumento de la aridez y, por tanto, un grave riesgo de desertificación, aumentando el riesgo de incendio.
Esto sin duda alguna afecta al funcionamiento de los ecosistemas terrestres de varias formas. En lo referente a las especies forestales se está observando cambios fenológicos como el aumento o desplazamiento del periodo de permanencia de la hoja en las especies caducifolias y cambios en los periodos de floración de muchas especies. En lo concerniente al medio marino, se ha observado un impacto sobre la biodiversidad y los ecosistemas, así como en la pesca, ya que debido al aumento de temperatura se produce una acidificación y pérdida de oxígeno, lo que contribuye al riesgo de extinción de especies marinas.
Las costas también se ven afectadas, debido al ascenso del nivel del mar con un aumento medio global de 3,04 milímetros por año durante el período analizado.
Cada vez con más frecuencia eventos extremos: ciclones tropicales devastadores, con un mayor número de tormentas y ocupación de la costa. Esto afecta sin duda tanto a los sistemas naturales como humanos, produciendo daños materiales, ecológicos y económicos asociados.
La salud humana también se ve afectada con impactos directos, asociados a enfermedades cardiovasculares, respiratorias, estrés térmico, agravamiento de enfermedades crónicas y lesiones…. etc.
Para poder estabilizar el clima, se requiere de una aceleración en el uso de fuentes de energías no basadas en el carbono, una rápida disminución de los combustibles fósiles en la industria energética y una disminución en nuestro sistema de alta producción y consumo. Se calcula que, podrían evitarse unas 138.000 muertes prematuras al año mediante la reducción de las emisiones de carbono.
Debemos asumir que todos somos parte del problema, y como no, de la solución. Tenemos la obligación moral de contribuir a paliar estos efectos, promoviendo, el consumo de productos alimentarios de proximidad, minimizando nuestro impacto con la aplicación de una economía circular, utilizando un desplazamiento sostenible y apostando por las energías renovables.
Como dijo Charles Darwin “Solo sobreviven los que se adaptan mejor al cambio”.
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